29.10.19

Que tienen en común un bufón, un payaso y un psicoterapeuta


Que tienen en común un bufón, un payaso y un psicoterapeuta
 

Comencemos por la escena del bufón en la obra de Shakespeare del rey Lear Ahh… pero si es un clásico me dirán muchos jóvenes de hoy con esa mirada de desdén tan típica… por supuesto y con justa razón, les respondo…y añado ¿ya has visto la obra? ¿No? Y entonces cómo puedes entender al “Joker” de Todd Phillips del que están hablando por todas las redes.

Y es que todo está conectado. Pretender ser una estrella en el firmamento, sin pasado, es una ilusión adolescente. Y eso se aplica incluso al “Joker” que tanto revuelo está causando.


La típica escena del payaso del circo nos lleva de vuelta a nuestra niñez. Es diferente al joker porque su “única” función es hacernos reír ¿o no? Sin embargo hoy en día, no sé si decir desafortunadamente o alegrarme por eso, se ha convertido en una de las figuras más populares de películas de terror.


Cualquiera pensaría que estamos presenciando una revolución silente. Sobre todo si tenemos en cuenta a la figura del payaso triste en Pagliacci de Leoncavallo... otro clásico interpretado por grandes intérpretes operísticos. 
O sea que de hacer reír, el payaso paso a hacer llorar y ahora aterroriza a niños y grandes.

Sin olvidar  la anécdota del  payaso del filósofo danés Søren Kierkegaard, que sale desesperadamente al escenario circense a advertir al público del fuego que se ha desatado en el circo mientras el público no para de reír pensando que sus gestos y el aspaviento desplegados son parte del espectáculo. Kierkegaard con ello advertía del descalabro social que veía venir sin que nadie reparara en ello.

Como vemos nada es lo que parece. ¿Y qué tiene que ver un psicoterapeuta en todo eso?

Y esa ya es la última escena, quizás un pelo menos trágica, pero no por ello menos cómica ni menos verdadera, en la que podemos observar a un psicoterapeuta sentado en su sillón orejero esperando a que su cliente, frente a él, se digne en comenzar a hablar de algo que solamente puede beneficiarlo a él, como en el caso de la película “El indomable” (Good Will Hunting) protagonizada por Robin Williams y Matt Damon.

Estas tres figuras comparten destinos parecidos.
Se encuentran en controversia con la vida.
El bufón se burla de ella, el payaso quiere mejorarla aumentando las risas y el terapeuta es quien ayuda a hallar soluciones para vivirla mejor.

La ventaja del bufón es algo que en alemán llamamos “Narrenfreiheit” que traducido vendría a ser algo así como la “libertad exclusiva (privilegio) del bufón” que radica en el hecho de que pueda decir lo que quiera a raíz de su condición. Y es a su vez también su tabla de salvación.

El payaso no tiene esa suerte. Lo único que le queda es convertirse en un monstruo casi invencible que manipula a niños.

¿Y el psicoterapeuta?  Quizás sea el más afortunado de todos, porque puede recurrir a cualquier recurso, pero también es el que realiza la labor más difícil.

De todos modos hay áreas entre los tres que se superponen. Un bufón te puede hacer reflexionar y pensar como un terapeuta, un buen payaso te puede conmover y tocar profundamente y un buen terapeuta no escatimará esfuerzos para ayudarte aunque se arriesgue a correr la suerte de un payaso o se burle de la situación como lo haría un buen bufón.

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