21.11.18

Padre bueno, padre malo


Padre bueno, padre malo
¿Qué bueno es realmente un padre bueno para el hijo?



Una de las escenas del Peer Gynt de Ibsen que más me impresionó, y no solamente porque la haya presenciado, sino por la profundidad de su impacto y significado es aquella en la que el personaje principal, en un barco, ya volviendo a su hogar después de años de fechorías, engaños y desventuras oteando el horizonte, despavorido, descubre unos negros nubarrones que comienzan a formar algo que vaticina una tormenta funesta. Sabiendo en el fondo que si se muere esa noche iría directo al infierno declara algo así como “…en una noche como esta, Dios es peligroso”

Y es que Dios, como padre no siempre es o ha sido el bondadoso, el del amor incondicional, el que todo lo perdona aunque hoy muchos lo quieran poner así. En el fondo, a veces sigue siendo el “padre malo”.



La diferencia que hay entre “los de antes” y “los modernos de hoy” es que nuestros ancestros podían convivir con la idea de un “Dios malo”. Si bien le tenían más miedo que respeto, a veces incluso, en el fondo y en según qué circunstancias lo deseaban y sobre todo lo emulaban en sus familias y su educación.
¿Qué ha pasado? Que hoy en día el concepto del padre malo, o sea el hecho que Dios pueda suponer una amenaza a nuestra existencia, y por ende nuestro propio padre en carne y hueso también, ha sido desplazado, defenestrado y sobre todo reemplazado por un concepto de padre en el fondo desnaturalizado. ¡El papá malo es un abusador, un pegador, es un papá violento! Padre bueno es el que entiende, comprende, tiene mucha paciencia y sobre todo es un mago que sabe imponer el orden sin necesidad de usar el rigor ni la firmeza. Y si la usa, debe hacerlo con guantes de seda…

Dejando el sarcasmo de lado debemos enfrentar el hecho que en realidad ¡Papá es malo, a veces! Y es más ¡lo debe ser! no solamente porque forma parte de su función sino simplemente porque es un ser humano de carne y hueso tan imperfecto como la naturaleza que nos rodea.
¿Por qué forma parte de su función?… Porque la vida a veces es “mala” y la mejor manera que tiene un niño de aprender a convivir con esa realidad y desarrollar herramientas psicológicas con las que lidiar con ella es confrontándola donde más le afecta, en su propio padre.

La naturaleza que nos rodea está llena de peligros. Tsunamis, terremotos, el Dengue, la malicia de personas en quien confiamos, asaltos a plena luz del día, etc.
Todo eso forma parte de nosotros tanto como nosotros del mundo en que vivimos. Nuestro padre vivirá en nosotros más allá de nuestra propia y singular existencia. Nuestros hijos llevaran sus genes y los hijos de ellos.  Todo lo bueno y lo malo forma parte de nosotros igual que nuestro padre, y nosotros de él.

Papá a veces tiene días malos y a veces buenos pero sobre todo tiene una función. Evitar que salgamos a la vida y a la calle sin estar preparados. A veces puede ser injusto, malo e incluso peligroso pero no olvidemos nunca que si en realidad no le importáramos simplemente se pasaría el día en la oficina, vendría a una hora en la que de todos modos ya no puede hacer nada y sobre todo trataría de evitar conflictos antes de crear uno queriendo corregirnos.
“El que te quiere te aporrea” dice un viejo dicho español.  La vida de grandes hombres como Bismarck, Ramón y Cajal, Mozart, etc. ha tenido padres en parte sumamente severos. Ninguno de esos padres tuvo la intención de criar genios, y aún así nos los han legado.
¿Porque? Porque más allá de ser buenos o malos hacían lo que había que hacer.

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