15.12.19

Remordimientos de conciencia

Remordimientos de conciencia

¿De dónde viene la conciencia?

“¿Quién derramó la chocolatada en el sofá?” Preguntó mamá visiblemente enojada. Lucas y Sofía se miraron sin decir una palabra. Lucas sabía perfectamente quién había sido: el. Pero por una de esas suertes la mirada inquisidora de la madre cayó sobre Sofía, y sin mediar palabra fue mandada a su cuarto, llorando a moco tendido, obviamente por qué se sentía injustamente acusada, y con razón. En ese momento Lucas creyó que el destino había jugado a su favor y aunque su madre le preguntó, acto seguido, si había sido él, se calló, lo negó con un gesto  y prefirió seguirle la corriente al azar que tan fácilmente había resuelto su problema.
Visiblemente aliviado y como si estuviera saboreando una victoria, deambuló un rato por la casa, jugó con su play-station, trató de ver la tele… pero había algo en su interior que no lo dejaba en paz.
Esa incómoda quietud tampoco cesó cuando estaban cenando, al contrario parecía haber crecido, y volvió con mucha más virulencia cuando se encontraba en su cama tratando de dormir.
Finalmente después de algunas horas, se levantó de su cama y aunque ya era tarde tocó la puerta del dormitorio de los padres y ni bien su madre abrió la puerta farfulló, casi sin que pueda entenderse, algunas palabras, tartamudeando por aquí y por allá hasta que por la expresión de la cara de su mamá sabía que su mensaje había sido entregado.
La bofetada no se hizo esperar pero tampoco le dolió demasiado porque significaba también que había sido absuelto, finalmente. Y pudo ir a dormir con tranquilidad con un una mejilla ardiente pero con la mente vacía y despejada.
La conciencia tiene su propia fuerza, sus propias leyes y no debería subestimarse.  

Todos los que formamos parte de un grupo, familia, sociedad, país, sabemos lo que está “bien” y lo que está “mal”. Lo que no sabemos es que lo que consideramos “bueno” o “malo” tiene que ver con algo mucho más profundo. El derecho a pertenecer, que para muchos humanistas modernos es casi tan importante como el derecho a la vida.
Para explicarlo voy a remontarme a los inicios de la existencia del ser humano, cuando todavía vivía en tribus, aldeas, grupos pequeños, etc.
Cada grupo de seres humanos dependía de la obediencia y obsecuencia absoluta de cada uno de los miembros de esos grupos. A cambio se les permitía disfrutar de los privilegios del grupo: protección, aceptación, afecto y en definitiva una opción para la supervivencia mucho más atractiva y llevadera que el estar expuesto a la soledad y los peligros y riesgos que eso conllevaba. En resumen: pertenecer.

Que uno o dos miembros comenzaran a pensar de forma diferente e incluso expresarlo implicaba el riesgo de la disolución del grupo y del riesgo que implicaba. Los mayores del grupo que habían logrado sobrevivir hayan sido probablemente los que más insistían en la disciplina de la obediencia. Quizás alguno que otro habría pasado por la experiencia de perder un grupo o quedar esparcido, sin protección y expuestos a la soledad por un tiempo y había experimentado la cercanía de la muerte, justamente y por eso, en más de una ocasión. Por lo tanto cualquier brote juvenil o de personas que en su ignorante inocencia abogaran por una opción diferente debía ser silenciado inmediatamente.

Así a lo largo de los siglos se fue formando una conciencia, una manera de pensar y de ver el mundo dependiendo del grupo de seres humanos que compartían sus vidas, su sufrimiento y su futuro en circunstancias muy adversas.

Cada conciencia de cada grupo se había forjado de acuerdo al medio ambiente en el que se hallaba. Así grupos de seres humanos que por ejemplo habían elegido el desierto como su entorno para vivir consideraban un crimen mortal el gasto del agua excesivo. De la misma manera formaba parte la conciencia del grupo ofrecer alojamiento a cualquiera que se hubiera perdido en el desierto. Y eso formaba parte de una conciencia que se extendía más allá de un solo grupo.

Existen miles de diferentes conciencias esparcidas por nuestro planeta y cada una tiene su razón de ser, su origen y su historia.

Uno de los grandes aportes del maestro, psicólogo, sociólogo y filósofo Bert Hellinger recién fallecido radica en la observación, el análisis y el tratamiento del ser humano con relación a esa conciencia. La denomina conciencia sistémica, si partimos de la base que cada grupo es un sistema y que ese sistema utiliza la conciencia para mantener el grupo sobreviviendo.

Sin embargo es a su vez uno de los obstáculos más grandes para el crecimiento como ser humano, si hablamos de querer madurar como seres pensantes, individuales y autónomos.

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